jueves, 12 de julio de 2018

El alma del conde Valerio..

El último de los Valerio es un relato corto de Henry James escrito en 1874 y revisado por el autor para otras dos publicaciones. En español se encuentra en varias ediciones, la última es la que está en en volumen I de Los cuentos completos, en la que el protagonista se llama Camillo y no Marco como en la última versión.

Me gustan todos los cuentos de Henry James; unos más que otros. El último de los Valerio recoge varios motivos típicos de la narrativa jamesiana. Los contrastes y las largas caracterizaciones psicológicas están aquí representados de modo magistral. No obstante, no ha sido esa la razón por la que me he decidido a escribir acerca de él, la razón está en aclarar lo que en este relato James entiende por "alma". Estaba leyendo interesada y concentrada y de pronto, esta afirmación rompió el ritmo monocorde de mi lectura:
"Cuando lo observaba pasear mirándose las uñas, muchas veces me preguntaba si poseería algo que con propiedad pudiera denominarse alma y si la buena salud y el buen carácter constituirían la suma total de sus cualidades."
Y me pregunté: ¿cómo puede decir que carece de alma el conde Valerio? Además, insiste en la afirmación al decir que si entendemos adecuadamente lo que significa "alma", Camillo no la tiene. 

Precisamente, cuanto más lo pienso, creo que la trama o el argumento, pues para Henry James son la misma cosa, es la adquisición de "alma" por parte del joven noble italiano. El que cuenta la historia no es omnisciente, es un pintor cuya ahijada se ha comprometido con el conde Valerio. El pintor y su sobrina son norteamericanos, él es italiano. La joven es rubia y físicamente delicada, el novio es moreno y tiene la complexión de un dios griego. Martha se ha educado en la fe protestante y Camillo en la católica. Pero, los contrates interesantes están situados dentro de los personajes, no entre ellos. Así, ella tiene dinero pero su tío sospecha que quiere limpiarlo de su origen comercial invirtiendo en la villa romana para restaurar su noble pátina. La fragilidad física de Martha se ve compensada por un temperamento vivaz, por una fuerza moral e iniciativa perseverante. La fortaleza física del conde va emparejada con lasitud intelectual.

Es una pareja con muchas diferencias y por eso el pintor está ligeramente inquieto ante el enlace inminente, pero termina convenciéndose de que forman una pareja bien avenida. Poco tiempo dura su paz con respecto al bienestar de su sobrina. Martha está empeñada en hacer excavaciones en el jardín de la villa para rescatar estatuas, pues su "instinto" le dice que tiene que haber tesoros muy antiguos enterrados y consigue persuadir a su recién esposo para realizar las tareas. El conde estaba por ello un poco nervioso, ánimo poco frecuente en él, pero finalmente accede al deseo de su esposa. Los operarios desentierran una estatua magnífica, es Juno. Desde que vio la diosa, Camillo cambió: su cortesía se volvió más fría, su temperamento taciturno, rehuía la compañía de su esposa.

Para dar perspectiva al asunto que nos ocupa, conviene conocer otro contraste. Henry James se refiere en varias ocasiones a las diferencias entre la mentalidad moderna y la tradicional (en este relato  es equivalente a meridional) y las enfoca sobre todo a propósito de la religión. Camillo reconoce que nunca consiguió aprender el catecismo, y parece cumplir con los ritos católicos de forma mecánica, mientras que Martha se siente atraída por ellos por la belleza de sus formas y de los objetos que los acompañan. Uno de los rasgos que identifica a la perspectiva moderna es un cierto desapego con respecto a las creencias religiosas, la fe es un sentimiento que no está activo de forma permanente sino que acompaña en determinados momentos y para dar relevancia a ocasiones especiales. La moral religiosa y la moral “cívica” no dialogan, conviven una al lado de la otra y no se entorpecen, pero están presentes. En este sentido, el conde Valerio no es ni moderno, ni tradicional; esto da una pista de lo que puede significar que no “tiene alma”. Porque Camillo, con sus excelentes modales, su vida transcurrida entre algodones, carece de vida espiritual. Las largas descripciones de la conducta de Camillo antes de la excavación pintan a una persona plana, "honesto hasta la médula", pero "sin ideas" como dice en una ocasión.

Las tres esferas entre las que se mueve la comprensión poco reflexiva del alma son la heredada de la Antigüedad, la que viene de la fe cristiana y la filosófica de corte racional. Es habitual hacer sinónimo el concepto "alma" de ánima y conectarlo directamente como la traducción de "psique", lo que anima o da el soplo de vida a un cuerpo. En su Historia de la Filosofía, Martínez Marzoa señala, en un excurso que se sitúa entre su explicación de los presocráticos, que la concepción pre-filosófica proviene de la Iliada; en este sentido, "psiqué" no es lo que da vida a un cuerpo; la "psiqué" es anterior a la separación entre lo físico y lo psíquico. Lo psíquico, para los griegos anteriores a Platón, caracteriza la singularidad, no es material pero no está desprovisto de la figura y forma que envuelve el cuerpo. La "psiqué" está en este mundo, en el individuo, y en el inframundo, en el Hades.

En relación a la segunda y tercera esferas, la introducción al concepto de la Enciclopedia británica, sirve de resumen a lo que quiero expresar:
"Soul, in religion and philosophy, the immaterial aspect or essence of a human being, that which confers individuality and humanity, often considered to be synonymous with the mind or the self. In theology, the soul is further defined as that part of the individual which partakes of divinity and often is considered to survive the death of the body."
Para la teología y también para el filósofo racionalista Descartes, el alma es inmaterial y sobrevive a la materia. Mientras que el cristianismo insiste en el carácter creado del ser humano, Descartes escribe claramente que el alma se identifica con el yo. Quizás es obvio señalar que Henry James no comparte aquí la comprensión que tenía su hermano de alma. Para el psicólogo y filósofo, Williams James, el alma "como tal no existía en absoluto, sino que era meramente una colección de fenómenos psíquicos". (Traducido de la Enciclopedia británica)

La pretensión de hilar con sesuda lógica el sentido que "alma" tiene en un relato de ficción suele ser una tarea desviada, errónea e imposible. El alma de este cuento participa de alguna de las tres esferas, sin ser de ninguna de ellas, aunque parece que se conforma más al primer círculo interpretativo. He llegado a la conclusión de que el pintor de nuestro cuento narra un tipo de viaje iniciático para el joven conde Valerio.

Camillo vivía sin espiritualidad: "buen carácter" y "buena salud" componen un cuadro insuficiente para una vida plena. Cuando adora a la diosa, se despega de su mujer,  sufre por ello también, pero Juno le produce tal fascinación que no puede desprenderse de su influjo. Ese estado de pasión y a la vez de sufrimiento termina cuando la diosa vuelve bajo tierra, al Hades, que es su lugar. Camillo ha padecido la metamorfosis: ha vivido una dimensión espiritual, religiosa-pagana. Él no sabía lo que era una verdadera creencia, ahora lo sabe, con ella ha adquirido "alma", una interioridad singular que da profundidad a la vida. Como en una pintura hay un fondo, un punto de fuga, así también en las personas hay un alma que otorga a cada uno su luz particular.