viernes, 12 de julio de 2019

Comentario de Brooklyn, una novela inolvidable.

Una buena chica irlandesa en Brooklyn

Ya hace más de cinco años que leí por segunda vez Brooklyn de Colm Toibin. Para escribir este comentario no la he leído de nuevo porque prefiero dejar constancia de lo que de ella me ha quedado. A menudo me he acordado de la protagonista y de si era posible una vida medianamente feliz después de su experiencia tan especial. Hacía tiempo que quería escribir acerca de esta novela. Si antes no lo he hecho ha sido por temor a que mi comentario no estuviese a la altura del relato. Finalmente, me decido a escribir porque nunca estará a ese nivel.

La expresión de Colm Toibin es delicada y sencilla, a la vez cercana y distante. Es fácil la lectura por las palabras y las oraciones nunca enrevesadas y porque las situaciones y los diálogos son transmitidos con una magistral naturalidad. Y algo de desapego también hay en el estilo porque el autor ha hallado el punto de mira exacto para no involucrarse en los hechos. La neutralidad narrativa se constituye como el fondo descriptivo en el que el lector ve resaltado su propio juicio durante el proceso de lectura, cuestiona la conducta de los personajes y su propia valoración.

La novela narra la historia de Eilis, una joven irlandesa que emigra a Estados Unidos, su viaje, la adaptación, la vida en Brooklyn. Es un fragmento de biografía contada sin estridencias, y precisamente ese estilo otorga más relieve a determinados sucesos. Colm Toibin no escribe ninguna fecha; los acontecimientos históricos, las costumbres de la gente, ponen la precisión. Esa ausencia añade una dimensión atemporal a la narración o no sé si más bien un alcance universal, pues aunque las vivencias son muy especificas, la sustancia de ellas podría darse en cualquier lugar y época. Esto es, las relaciones entre las personas y las emociones que las acompañan recuerdan que somos seres atrapados en las situaciones que dependen, muchas veces y en gran parte,  de nuestro carácter.

Por ejemplo, cuando Eilis trabaja en la sección de ropa interior en los almacenes de Brooklyn, su jefa le encarga atender a una clientela nueva; Eilis es inteligente y dócil y está sola, nadie le va a criticar que trate con mujeres negras. Otras chicas de la tienda son norteamericanas, tienen prejuicios y sus familiares pueden quejarse de que sus hijas se pongan al servicio de ese público. La estrategia comercial es estupenda, ganar más dinero ampliando las ventas. El objetivo es el crecimiento de la riqueza, no importa el color de las medias que se venda, es indiferente el color de las piernas. Eilis va a ser la vendedora perfecta para esas clientas, no siente rechazo hacia ellas, es más, le producen un sentimiento de simpática curiosidad. No reflexiona Eilis acerca de la igual dignidad de las personas, está claro que para ella, sin que lo explicite el narrador, las mujeres negras merecen la misma atención que las blancas. El lector percibe que su comportamiento es el correcto, que el paso atrás de la otra vendedora es de mala educación u ofensivo.

Eilis es una chica atenta a los sentimientos de los otros; se deja aconsejar en muchos asuntos y no suele pronunciarse. Ha conocido a Tony que se ha enamorado profundamente de ella. Eilis se deja querer, y ella le quiere, pero sin la pasión del enamoramiento. Tony, hijo de emigrantes italianos, le hace compañía, le espanta la añoranza de su hogar. Gracias a él, la rutina se hace menos pesada. Eilis trabaja y estudia por las noches contabilidad, siempre quiso ser contable como su hermana mayor. Es una joven muy responsable, sale los sábados al baile de la parroquia y una vez fue al cine con Tony, precisamente al estreno de la película Cantando bajo la lluvia.

Un día, Eilis recibe un telegrama y tiene que volver a su pequeña ciudad de Irlanda. En Enniscorthy es recibida con una mezcla de calidez y de admiración, pues su estilo se ha impregnado de cierta modernidad cosmopolita. Reanuda rápidamente relaciones amistosas. El chico del que estaba platónicamnete enamorada antes de emigrar se interesa por ella y comienza una historia de amor. Eilis es feliz, vive como soñó vivir y disfruta del presente. Por lo demás, tiene la oportunidad de mostrar su competencia como contable, pues la empresa donde trabajaba su hermana le pide un favor que ella cumple de manera sobresaliente. Tony se convierte en una persona lejana, no piensa en él,  las cartas que recibe se acumulan al fondo de un cajón. Retrasa su partida y no le habla a su madre de Tony, esto es, no le dice que se ha casado.

Brooklyn es para Eilis el pasado del que se ha despegado. Parece vivir en Enniscorthy como si no se hubiera ido, se compromete con las personas como si el futuro le perteneciese. Es el lector el que siente el "como si". Eilis vive el presente con tal intensidad que no quiere pensar en su otra vida.Todos los que la acompañan en su ciudad natal, su madre, su novio, sus amigos y vecinos, la consideran ya como parte integrante de sus vidas. ¿Los está engañando? ¿Cómo es posible ese autoengaño y cómo de profundo es? Eilis arrincona en algún lugar de su conciencia el compromiso sentimental y el trabajo que la esperan en ultramar.

Continuará